Thursday, November 03, 2005

Columpios de otro parque

A veces,
se concentra tanta luz en los espacios
que desdobla la pupila en infinitos,
y no importa si se opaca la mirada
por ya no querer ver más,
o por haber visto demasiado.
A veces,
una niña arrodillada en una lágrima,
corretea por los acordes de naufragios
y espera el juicio final de los violines.
No quiere besar el drama que supondría
matar al Dios que vomita estrellas de cartón
dejando al huérfano en brazos de los muertos.
Y cuando
la espalda del mar empiece a atardecer
yo la esperaré otra vez a pie de página,
para inventar abecés de palomas
descolgadas de las nubes, el pecho en silencio,
amarilleando la atmósfera con los ojos.
La esperaré en soledad, presta la sonrisa
a pecar con los columpios de otro parque,
aquel en que nos contaba,
del eclipse y de la rosa floreciente
en el sueño de los días.
Porque hay veces,
en las que no es necesario otro esfuerzo
que entretenerse en lo mucho que nos queda
antes que la tarde preñe la fugacidad de los cometas,
y nos descubra el terror de un cielo
que hace mucho que no existe.

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