Momentos

De repente sucede
que algún día es especial por equis causas
o por equis motivos estrambóticos
y esperas las sonrisas, los abrazos
(aunque finjas asombro)
y te llueven abrazos y sonrisas…

Se te llenan las manos de piel nueva
y aumentan suavemente tus latidos
y hay grillos en el alma.

De repente despierta alguna bestia
de ésas de sangre azul que nos habitan
en medio de los huesos
y el sentimiento se te contorsiona
cuando te quedas sólo entre el gentío
tan sordo ante la voz
tan ciego ante la luz de las miradas
que hasta el dolor te duele
cuando se echa de menos la distancia,
cuando te falta un cuerpo entre los brazos.

No estoy llorando, es cierto.

Pero hasta el pan de natas sabe a lágrimas.

Porque te sigo queriendo

Cuánto tiempo (ah?)
que me dormí entre las lunas.
Y dejé que sus reflejos
mordieran mi corazón.

Cuanto espacio
hemos recorrido desde entonces.
Tú en el camino del tiempo
y yo en el del olvido.

No hay nada más lejano,
ni más palpable,
ni más sonoro
que aquellas lágrimas que rescaté
desde el recuerdo.

Y no lo llamaré melancolía.
No lo llamaré resentimiento.
Ni dolor, ni temor,
ni desespero, ni amargura.

Y agradeceré que tú tampoco.


Lo escribiré con el amor
que entonces, y quizá ahora,
aun nos tenemos.