Tuesday, August 02, 2005

Por un instante, una eternidad

Seguro han comprobado alguna vez, en uno de esos momentos de ensimismamiento, que al detenerse ante un punto cualquiera en el vacío, la mirada fija, sin parpadeos, al cabo de unos segundos ese punto se va agrandando, difuminando hasta convertirse en una mancha borrosa y negra. Tan borrosa y tan negra como los recuerdos.
Es terrible olvidar ¿no creen? como perder instantes de vida.
Pero no es mi caso, no, mis recuerdos no son ni borrosos, ni negros y en mi vida no he perdido ni un solo instante. No se apuren, no voy a relatarles una infancia traumática, me remontaré a un momento muy concreto de mi vida.
Tengo veinticinco años.
A esta edad quise volar ..Y volé. Volé tan alto tan alto, que me perdí; me perdí en la inmensidad de un cielo….. rojo, como su boca. De su cálida boca fluyeron los más agrios y melifluos besos, las más tiernas y febriles palabras, que dieron color a mi piel y calor a mi frío cuerpo. Así, a veinticinco años conocí el abismo.
¿Han volado, ustedes, alguna vez?, ¿conocen la sensación de vértigo que produce el vuelo, donde dolor, placer y miedo se confunden sin saber cual de ellos escoger?.
Yo me perdí, me perdí para no encontrarme jamás, hasta sumirme en el más largo de los sueños. Todavía hoy, su ávida mirada acecha los recuerdos de mis noches de insomnio, para así de nuevo emprender el vuelo.

Llevame Flores

Te aviso. Voy a cerrar los ojos.
Llévame flores,
que yo también iré contigo.

No voy a tardar en volver más que mañana,
o tal vez un día cierto,
cuando me dejes entrar en el iris de tus manos.

Dame un larguísimo plazo
para explicarle al olvido lo que pienso,
por supuesto una cuerda atada a tus labios
para cuando sepa a qué hora
compartiré apenas un poco de muerte conmigo.

Alguna vez, cuando vuelva,
mira las ramas de sombras que le nacen a los ríos.
No me las nombres cuando despierte.

Llévame flores,
que yo estaré creyendo que voy contigo.