Thursday, November 03, 2005

Sigo igual

Estoy bien, como siempre, como lo supiste desde entonces. Sigo cavilando sobre los problemas de mi vida con la misma elocuencia. Continúo con mis mañas, esas de desperezarme en las mañanas con movimientos lentos, el mismo café matutino, la manía idéntica de cuestionar lo que hago con mi vida. Y justo antes de darme un baño, las promesas de cambiar lo que me desagrada, todo igual.
Hace poco me sorprendí deseando un cambio radical, el que nunca ejecuto. Recuerdo, por ejemplo, como me he adherido a los recuerdos y baso mi vida entera en acariciar los que fueron buenos.
Rememoro instantes de piel que permanecerán intactos, miradas tiernas, besos en el aire que fueron construyendo día a día un sentimiento. Esos momentos en que parecía subir a un limbo y que todo a mi alrededor giraba inútilmente tras de mi, no me importaba en lo más mínimo una guerra, un desastre, una inundación si la aureola que edifiqué se mantenía en pie.
Como verás, sigo igual de sensible y eso me harta. De eso se tratan mis promesas de cambio, las que nunca siquiera comienzo a cumplir, de eso.
Después de tantos años, cambiar de forma de sentir no es prudente, no es fácil. Sin embargo hora tras hora trato de cubrirme de ese cuero inconmovible intentando no dejar traspasar ningún destello de ternura (dudo lograrlo), como para protegerme.
Ya he llorado suficiente, podría llenar una alberca con lo derramado. A veces siento que mis ojos me imploran un poco de sequedad.
Me pregunto si alguna vez podré convertirme en inconmovible, lo dudo. Hoy, por ejemplo, vinieron a mi memoria instantes que fueron sagrados, tan simples, tan sencillos y de tan corta duración, que cuesta creer que sean tan importantes. Repaso lentamente cada minuto de esos dias,las risas por que habia que reir, el cielo regalando naranjas, el aire con su leve olor a sal, la Luna siguiendos triste desde la llegada porque sabia de nuestra partida . Momentos mágicos, humildes pero perentorio en lamemoria. Sin muchos aderezos, sin mucho lujo, pero auténtico.
Por eso me gusta predicar, que cerrar los ojos es la forma más absurda pero deliciosa de encapsular un recuerdo. Nunca vendrá otro idéntico, no pasará una segunda vez. Y en el paso del tiempo, será la única manera de evocarlo y, con suerte, volverlo a vivir en mente y cuerpo como si se repitiera.
La memoria, el alma, la mente, es lo único que nadie puede invadir ni conquistar.
Sigo igual de infantil y distraída y a mi edad, ya no puedo darme el lujo de sentirme púber.
No sé si adaptarme a las exigencias del mundo o seguir en lo mismo sin lograr un lugar ni en sus esquinas.
El asunto es dejar de sentir, no esperar nada, porque si hay algo nuevo, seguro no se hizo para mi.
Como ves, sigo igual.

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