Sunday, September 04, 2005

Ausente


Hoy desperté, refugiada en un cuento, sumergido entre tus brazos descalzos, entre tus besos de miel. Hoy desperté de un sueño, caballos sobre praderas de hierros, castillos de carbón y paraísos de fuegos. A lo lejos, un rio de cemento dejaba ahogar los últimos gritos de peces cristalinos, las montañas, fotocopias invisibles, una de miles de repetidos originales, sobre las laderas las tristezas impartidas, las asperezas de un tiempo convertido en prisión de risas molidas. Un dragón sobre los pastizales, maldito dragón con rostro de aire y esa extraña desesperación de correr hacia ningún lugar. De pronto, detrás de él, una caverna, una poesía escrita en piedra, peinando los vientos con las palabras que se tornaban en colores claros y limpios, de aquel papiro pétreo, una luz se prendió, un fuego azul de cenizas desterrando al dragón, a las montañas, a las tristezas y el cemento. De esa luz, tu voz, tu radiante voz acarreando arco iris sobre los árboles enlutados, sobre las calas desechas, sobre las tempestades de la desolación, convirtiéndolo todo en un desierto vivo. Otrora la cúpula negra, ahora, azul torbellino, azul profundo, celeste manos impulsando las torres hacia el precipicio de aquel ardiente Edén. En medio de tu voz, tu presencia se hacia certera, tu aparición espectral al principio iba arrancando los pocos colores que recién nacían y de ellos, tu carne se hacia táctil, insoportablemente bella, radiantemente hermosa. Mis labios buscaban tu beso, es beso que depositabas en tus manos y lanzabas hacia las distancias.... afuera todo vestigio de blanco y negro, afuera todo fuego titán destructible, afuera toda bestialidad ennegrecida... afuera, toda soledad, tristeza, desesperación
Al rato, un beso lanzado hacia la distancia, hacia el punto cardinal exacto en donde mi boca se alzo sonante para atraparlo y hacerlo mío, en ese instante desperté... y no te vi allí...

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